Cuando llegué al pueblo conocí una familia que al cabo de unos minutos me estaba invitando a dormir a su casa, y compartir asì, su humilde morada con un compatriota que, a decir verdad, nada tiene que ver con su idiosincracia. Es màs, en todo momento me senti extranjero! El pequeño de la casa intentò en vano enseñarme a jugar al trompo!
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